Representación mental del poder de las mujeres en entornos laborales

Lo que somos en el presente, parte de nuestra historia y al mismo tiempo genera el futuro de quienes seremos. Resignificar un hecho es la esencia del cambio

Fuente: Pixabay/ Blauthbianca

Desde la psicología, sobre todo desde la corriente que investiga acerca de los distintos niveles de conciencia, aprendí que cuando uno dibuja, escribe, compone o habla, está proyectando contenidos internos que reflejan arquetipos no conscientes, muchos de ellos compartidos entre extensos grupos sociales. Son como reminiscencias de imágenes del pasado que se van transmitiendo de generación en generación y que están ahí, tranquilitas, pero determinando y filtrando mucho de lo que percibimos y observamos.

Por ello, cuando vamos a terapia nos ponen a ver manchas, o a asociar palabras o a dibujar, y quien guía el proceso terapéutico hila desde el material que le proporcionas para traer al consciente lo que reside internamente en nosotros.

Darle un significado a lo que nos acontece es lo que hacemos todo el tiempo como seres humanos. Lo que somos en el presente, parte de nuestra historia y al mismo tiempo genera el futuro de quienes seremos. Re-significar un hecho es la esencia del cambio, es como leer con otros ojos, mirar lo que no habíamos mirado, poner en duda lo que dábamos por cierto. Por eso son tan dolorosos los procesos terapéuticos y en general cualquier experiencia de transformación personal.

Enmarcada en este enfoque, una de las dinámicas que más me gusta hacer en nuestros talleres de empoderamiento femenino, es pedir a las participantes que dibujen (en grupo) la imagen de la mujer ideal. Que hagan una ilustración que refleje cómo creen que debe ser “una mujer perfecta” y que transmita lo que para ellas es necesario hacer o tener para alcanzar esa imagen.

A las más chicas, las de 15 a 18 años, les decimos “dibuja cómo quieres ser cuando seas más grande”.

No valoramos la calidad estética del dibujo, no son artistas, pero le hacemos en conjunto y en plenaria, análisis de contenido a sus obras y usamos lo que vuelcan allí para conversar y explorar sus representaciones mentales sobre lo que una mujer es o debe ser.

Ya el mismo proceso de que lo elaboren juntas en una puesta en común, es bien valioso para la identificación de identidades y socialización de ideales.

«Estamos llenas de estereotipos que definen lo que es “ser femenina” y nos atamos a convencionalismos sin saberlo, dificultando con ello salir de una posición que a veces ayuda, pero la mayoría del tiempo nos limita el poder ver nuevas posibilidades de desarrollo»

Aquí algunas de las observaciones que más se han repetido en aproximadamente 50 talleres que he impartido a trabajadoras de empresas privadas:

*Se le presta mucha atención a la belleza. Maquillaje, vestimenta con detalles, ropa y accesorios de marcas conocidas y costosas, pronunciado escote, cintura pequeña, peinado y cabellera abundante, siempre usando faldas o vestidos.

Cuando muestran sus dibujos, las chicas hablan de cuán importante es una primera impresión, de los sacrificios que deben hacer para mantenerse presentables, llamativas y a la moda… las presiones sociales para lucir impecables en su imagen, inversión monetaria en cirugías o implantes, peluquería, gimnasios, pagos en cuotas de ropa de marca… Ellas piensan que esta variable tiene un peso no menor al 50% en el éxito profesional.

Dicen que no sólo es la belleza las que las hará triunfar, pero si no cuentan con ello, el esfuerzo a realizar es el triple. “Ser bonita abre puertas”, “Se hace todo más fácil con una buena figura”, “A las feas no las escuchan”.

*Destacan símbolos de estatus: viajes, celular inteligente, maletines de cuero costosos, posesión de vehículos o yates, casa propia, dólares. Tener y acumular es parte de sus planes de vida.

*Algunos dibujos de mujeres copan toda la página, otras son muy pequeñas. Solo pocas las dibujan en tamaño proporcional al resto de los elementos que incorporan en su obra. Auto descalificación o ambición y aspiración para ocupar espacios, ambas interpretaciones caben.

*Algunas colocan las manos detrás del cuerpo, o no tienen pies, o lucen estáticas en el plano, sin movimiento o acción concreta. Para las tres situaciones exploramos seguridad y confianza, confort con lo que se hace, flexibilidad para el cambio, control de emociones y capacidad para concretar y materializar logros. Todas estas competencias son muy importantes para ejercer liderazgo.

*La imagen que más se repite es la de la balanza, o la de la malabarista, incluyendo muchos ámbitos de actuación o roles que ellas como mujeres deben ejercer cada día.

La búsqueda de equilibrio y conciliación es una preocupación permanente en todas ellas.

Se nota un orgullo enorme al decir que son multitasking, que pueden con todo, que son auto suficientes, que no necesitan de nadie para lograr sus sueños (las que incorporan pareja lo dibujan en la parte de atrás pequeñito, pero a la mayoría se les olvida incluir a la pareja en la composición). Pareciera una enorme ventaja pensar así, pero esa creencia es la causa de que se sobrecarguen hasta el límite de tareas y responsabilidades por no saber pedir ayuda.

Pedir es una competencia conversacional fundamental para coordinar acciones con otros, y a las mujeres se nos enseña a dar, no a pedir. Pedir, piden los hombres y muy bien.

*En el plano emocional, destacan los dibujos de mujeres sonrientes. La boca hace una mueca hacia arriba con la que indican que es una mujer feliz. Pero diría que en el 80% de los casos, si le tapas la boca y observas los ojos, ese estado de ánimo cambia: se ve miedo, preocupación, ansiedad y sufrimiento… en algunos casos, rabia.

Cuando se les muestra, se asombran. Y es entonces cuando podemos hablar de cómo el peso de los ideales nos condiciona y fatiga en la carrera por aspirar a ser mujeres imposibles.

*Muchas agregan a los dibujos frases o adjetivos que describen a una mujer perfecta. Algunas llegan a colocar hasta 20 o 30 rasgos sobre exigentes.

Les hacemos ver con ello los estándares que tenemos en la cabeza para llegar a ser la mujer ideal, y cómo esto influye en la frustración perenne de sentir que no llegamos nunca a ese modelo.

Les pedimos que se relajen, que renuncien a la perfección total, que valoren lo que tienen y que se centren en lo esencial para que el verdadero liderazgo femenino no sea una acumulación de atributos y una utopía difícil de alcanzar.

Es mucho lo que aprendemos todas con este simple pero poderoso ejercicio, sobre todo por su efecto liberador. Nuestras representaciones mentales nos condicionan, dan forma a nuestras creencias sobre lo que es normal o anormal y en base a ello tomamos decisiones o dejamos de hacerlo.

Estamos llenas de estereotipos que definen lo que es “ser femenina” y nos atamos a convencionalismos sin saberlo, dificultando con ello salir de una posición que a veces ayuda, pero la mayoría del tiempo nos limita el poder ver nuevas posibilidades de desarrollo.

Revisar a fondo estos juicios aprendidos para no darlos por incuestionables, hace mucho bien para avanzar, porque nos permite liberarnos de tanta presión social que sobre las mujeres se ha ejercido a lo largo de la historia.

Inténtalo tú. Dibuja a la mujer ideal que albergas dentro de ti.

Susana Reina

Susana Reina es Psicóloga y Feminista venezolana. Directora Fundadora de Feminismoinc y Presidenta de la Alianza Venezolana Empresarial por el Liderazgo de las Mujeres (AVEM). Vicepresidenta de Desarrollo Corporativo del Grupo Multinacional de Seguros. Socia fundadora de FemData México.

Master en Gerencia de Empresas y Mercadeo. Especialista en Políticas Públicas con enfoque de género. Coach Ontológico Empresarial.

Columnista de Efecto Cocuyo.

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