Annie Kenney y Christabel Pankhurst

El liderazgo es el primer paso

Escrito por Luis Vicente García

Para comenzar mi primer artículo en la nueva sección HeForShe que amablemente me invitaron a escribir desde el equipo editorial de Visionarias, quiero enfocarme en dos cortas historias que se tienen que entender desde el punto de vista de la evolución del liderazgo femenino.

Hay que señalar aquí que los principales objetivos del movimiento feminista a lo largo de la historia y en especial desde el siglo XVIII giraban, en su mayoría, en torno a exigir el derecho de voto, la mejora de la educación, la capacitación profesional, la apertura de nuevos horizontes laborales, la equiparación de sexos en la familia como medio de evitar la subordinación de la mujer y la doble moral sexual [1]. La gran novedad vino años más tarde con la movilización colectiva que supo dirigir el movimiento sufragista en determinados países.

Muy conocida como parte de un movimiento a nivel mundial fue la historia de las sufragistas en Inglaterra[2]. Los primeros grupos favorables al sufragio de la mujer se formaron en el Reino Unido a finales de la década de 1860, pero no adquirieron relevancia hasta que la activista Emmeline Pankhurst fundó en 1903 el Sindicato Político y Social de las Mujeres.

Fue una era violenta en contra de las mujeres hasta que el sindicato renunció a las medidas de presión política que habían utilizado hasta entonces, e inició una campaña radical bajo el lema: «Hechos, no palabras» [3]. Y años más tarde, el 6 de febrero de 1918, el Parlamento británico aprobó una ley que otorgaba el derecho al sufragio a las mujeres mayores de 30 años.

El éxito de las sufragistas británicas se enmarca en un movimiento social más amplio que ya había llevado a reconocer el voto femenino en Nueva Zelanda (1893), Australia (1902), Finlandia (1906) y Noruega (1913) y la Unión Soviética (1917), y sería pronto imitado en Alemania (1918) y Estados Unidos (1920).

Aun teniendo en cuenta que en muchas culturas las mujeres contaban con derechos políticos o habían luchado por su reconocimiento con anterioridad, en la historiografía occidental suele considerarse que el momento inicial del movimiento sufragista contemporáneo se sitúa en 1848, en Estados Unidos, con la Declaración de Sentimientos y Resoluciones de Seneca Falls.

Esta Declaración, es el documento resultado de la reunión celebrada el 19 y 20 de julio de 1848 firmado por 68 mujeres y 32 hombres​ de diversos movimientos y asociaciones políticas, lideradas por Elizabeth Cady Stanton y Lucretia Mott para estudiar las condiciones y derechos sociales, civiles y religiosos de la mujer.

Fue Elizabeth Cady Stanton quien se encargó de redactar la declaración de principios y las resoluciones que finalmente se aprobaron. En su redacción adoptó la forma de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos con lo que consiguió cargarla con una poderosa fuerza de convicción y de significado histórico.

La declaración se enfrentó a las restricciones políticas de aquel momento: no poder votar, ni presentarse a elecciones, ni ocupar cargos públicos, ni afiliarse a organizaciones políticas o asistir a reuniones políticas. Iba también contra las restricciones económicas: la prohibición de tener propiedades, puesto que los bienes eran transferidos al marido; la prohibición de dedicarse al comercio, o tener negocios propios y se expresaba en contra de la negación de derechos civiles o jurídicos para las mujeres.​

Esta Declaración de Seneca Falls está considerada hoy día como el texto fundacional del feminismo como movimiento social, siendo la primera expresión colectiva del feminismo contemporáneo.

«La marca de un verdadero líder no es una posición o título que tenga, sino cuántas personas están dispuestas a seguirlo y en cuantas personas logra influir de manera positiva, y eso lo vimos en la vida y los logros de Pankhurst y Cady Stanton.

Elizabeth Cady Stanton

Algunos historiadores señalan a Emmeline Pankhurst y Elizabeth Cady Stanton como hermanas en el sufragio, aunque con décadas de por medio. Pero a pesar de ello, lo importante fue su causa, su disciplina, su persistencia y su deseo de hacer algo, un cambio positivo para la mujer, que perdurara en el tiempo.  Un aspecto clave de estas dos historias, es que la esperanza de la paz social fue un factor primordial para ganar el sufragio femenino, que, en palabras de la destacada historiadora del sufragio Ellen Dubois, fue «una reforma concreta y un símbolo de la libertad de la mujer, ampliamente apreciada como tal por partidarios y opositores por igual»[4].

Hace muchos años comencé a escribir sobre liderazgo, esa interesante palabra que ha tenido muchas interpretaciones pero que sigue siendo tema de conversación (y dudas) en todas las áreas de la sociedad. Hemos tenido definiciones que nos indican que el liderazgo es la habilidad de liderar -lo cual en realidad no ayuda mucho-, hasta aquella que nos dicen que el liderazgo es la capacidad de establecer rumbo e influir y alinear a otros hacia un objetivo común. Estas tres características son las áreas clave que nuestros líderes deberían tener. La marca de un verdadero líder no es una posición o título que tenga, sino cuántas personas están dispuestas a seguirlo y en cuantas personas logra influir de manera positiva, y eso lo vimos en la vida y los logros de Pankhurst y Cady Stanton.

Mujeres que desafian las normas

A lo largo de la historia, como sabemos, ha habido líderes extraordinarios particularmente en lo social y lo político. La Revolución Industrial nos trajo líderes económicos, académicos y líderes científicos, quienes ahora tenían fácil acceso a una amplia gama de nuevos materiales para su trabajo. Un gran ejemplo de ello es la científica e investigadora Marie Curie, pionera en el campo de la radioactividad, primera persona en recibir dos premios Nobel en distintas especialidades -Física y Química-​ y la primera mujer en ser profesora en la Universidad de París.

Como resultado de estos procesos evolutivos, en muchos de estos períodos y por diversas razones, surgieron líderes sindicales y líderes sociales con movimientos destinados a promover la justicia y las inequidades en donde se percibía que existían abusos. Y todos estos líderes de una u otra forma, han inspirado y han motivado a las personas con quienes trabajaban, los han comprometido a actuar haciéndolos responsables de su desempeño y de esa forma han motivado a futuras generaciones. Los movimientos femeninos se enmarcan en estos procesos donde se buscaba el cambio y una verdadera transformación de ciertos aspectos de la sociedad, en especial del comportamiento y las libertades hacia otros grupos minoritarios o que tenían en esas épocas pocos o ningún derecho para desempeñar una vida más libre. Los líderes, por ende, emergen bajo las circunstancias más críticas, y esto ha sido demostrado a lo largo de la historia.

Nombres que nos vienen a la mente como los de la Reina Victoria (1819-1901), Coco Chanel (1883-1971), Eleanor Roosevelt (1884-1962), Indira Ghandi (1917-1984) y Ruth Bader Ginsberg (1933-2020), simbolizan a grandes mujeres a lo largo de la historia que han desafiado las normas y se enfrentaron a la presión social; fueron mujeres que rompieron el molde décadas, a veces incluso siglos, antes de su tiempo. Estas grandes mujeres allanaron el camino para el movimiento feminista moderno y los cambios que lograron provocar han alterado el curso de la historia para todas las mujeres. Lo que todas parecen tener en común es negarse a permanecer en una caja en la que la sociedad trató de ponerlas y no aceptaron un “no” por respuesta.

Ruth Bader Ginsburg. Foto de Ruven Afanador (Revista Elle)  

En el año 2013 tuve la oportunidad de escribir un artículo titulado Leadership under Uncertainty que fue publicado en el libro The Ultimate Success Gugide y publicado por Celebrity Press.  En el describí lo que para mí son las 10 principales características un gran líder, algunas de las cuales son: que es comprometido, empático, competente, motivador e inspirador, y que toma acción mirando hacia adelante. Todas estas grandes mujeres y muchas otras han abierto el camino para que hoy, ya en esta segunda década del siglo XXI, tengamos grandes mujeres lideres en todos los campos; pero sabemos que todavía hay mucho por hacer.

Hace más de 50 años, las mujeres estadounidenses lanzaron un movimiento de liberación por la libertad y la igualdad femenina. Así con el Feminismo alzaron su voz y lograron una revolución en el mundo occidental, creando una nueva visión para las mujeres y las niñas.

Hoy tenemos mujeres líderes apasionadas por lo que hacen, fuertes y dedicadas, pero necesitamos muchas más en todas las áreas de la sociedad. Hoy no nos podemos detener ante nada para dar a las mujeres el poder de elegir.

Hace más de 50 años, las mujeres estadounidenses lanzaron un movimiento de liberación por la libertad y la igualdad femenina. Así con el Feminismo alzaron su voz y lograron una revolución en el mundo occidental, creando una nueva visión para las mujeres y las niñas. Hoy día, la participación económica y social de las mujeres se considera un requisito estándar para el sano desarrollo democrático de una nación; pero aquí también hay mucho por hacer. Y quizá se nos plantee la una necesidad de repensar el feminismo, en especial luego de esta pandemia que nos ha azotado ya por más de 18 meses.

Hay nuevos desafíos, nuevas realidades, nuevas oportunidades y nuevos aliados potenciales que no existían a mediados del siglo XX; hoy necesitamos más personas que alcen su voz para promover las igualdades y los derechos femeninos (que, si bien se han logrado muchos, sabemos que todavía faltan); hoy nos debemos enfocar en salvar vidas, defender la libertad y educar a las niñas de todo el planeta, sin importar las ideologías.

Hoy se hace imperativo convertir al movimiento feminista del siglo XXI en una fuerza para las democracias civiles, en una lucha por los derechos de la sociedad y defender un estándar universal de derechos humanos. Y de allí surge la necesidad de exigir que todas las niñas tengan la oportunidad de alcanzar y desarrollar su máximo potencial. Hoy debemos promover un mayor empoderamiento femenino al darnos cuenta de que los roles de género en las comunidades cambiaron últimamente, por lo que las mujeres ahora juegan un papel igual al de los hombres en temas de propiedad, lideran grandes empresas, son más activas en sus negocios, administran grandes organizaciones, encabezan grupos políticos y obtienen títulos académicos más altos en todos los sectores. Pero en estas áreas todavía podemos hacer más.

Debemos incorporar a mas hombres al movimiento femenino. Los movimientos feministas contemporáneos tienen una mezcla de géneros, pero la participación de los hombres en ellos sigue siendo escaso. La realidad es que juntos podemos trabajar más y mejor para hacer de esta idea, de este movimiento, uno más fuerte, vibrante y un movimiento de cambio, inclusive abriéndole la puerta a las nuevas generaciones.

En un interesante artículo sobre el tema[5], Sandy Ruxton nos menciona que el activista holandés Jens van Tricht sostiene en su reciente libro ‘Por qué el feminismo es bueno para los hombres’ que el feminismo no se trata solo de mejorar la posición y el estatus de las mujeres, sino también de liberar a hombres (y mujeres) de los códigos restrictivos que nos retienen. Para los hombres, el feminismo puede proporcionar la inspiración para cambiar hacia relaciones y amistades más cooperativas e igualitarias, un mayor intercambio de responsabilidades laborales y de cuidado, y trabajar para reducir la violencia organizada e individual.

Mientras ha habido líderes, ha habido quienes, en el camino, han logrado grandes transformaciones. El concepto de liderazgo en sí se mantiene casi invariable, pero nuestra comprensión de este sí ha cambiado. Todos tenemos el potencial de liderazgo dentro de nosotros, pero comprender mejor que todos podemos desarrollar estas habilidades nos ayudará a maximizar nuestra capacidad de liderazgo. Greta Thunberg (activista ambiental) nos dijo: “You are never too small to make a difference.” Entendamos que todos podemos dar ese paso, que sí podemos ser líderes en nuestras propias comunidades, que todos podemos crear un cambio positivo y que podemos hacer la diferencia. Y si lo entendemos bien, el liderazgo femenino es el hoy primer paso para lograr hacer los cambios que todavía nuestro mundo y nuestra sociedad puede alcanzar.

Notas

[1] El desarrollo del movimiento feminista: el triunfo del sufragismo 1870-1939.  Web Historia del Siglo XX

[2] Recomiendo ver la película Sufragistas (Suffragette) que nos da una lección de historia sobre el origen del movimiento en apoyo del derecho al voto de las mujeres. La cinta, dirigida por Sarah Gavron y con la actuación de Carey Mulligan, presenta un hecho histórico que ha sido pasado por alto por generaciones.

[3] Cumple 100 años el derecho al voto de las mujeres británicas. Radio Televisión Española (RTVE). Publicación del 06 Febrero 2018

[4] Barbara Winslow. Sisters of Suffrage: British and American Women Fight for the Vote. Web The Gilder Lehrman Institue of American History.

[5] Ruxton, Sandy. What Is The Role Of Men In Feminism? Web CIDSE. Publicación del 04 de Marzo de 2020

Luis Vicente García

Luis Vicente García es coach de rendimiento empresarial, conferencista internacional, autor de dos libros en materia de Franquicias y co-autor de 15 libros best-sellers internacionales junto con personalidades de la talla de Brian Tracy, Marshall Goldsmith, Jack Canfield y Joe Vitale, entre otros.

Es economista graduado de Georgetown University, con un MBA y especializaciones en Gerencia, Finanzas, Liderazgo Organizacional y Psicología Positiva. Es profesor en la UNIMET desde 2014, dictando clases de gerencia y liderazgo en los Diplomados de Gerencia Integral de Franquicias y Gerencia de Empresas de Servicios, y es profesor invitado en la UCAB y la Universidad Rafael Urdaneta.

Fue presidente de la Junta Directiva de Profranquicias (2017-2019). Es articulista para Visionarias, Inspirulina y El Nacional, creador de #MOTITUD y hoy se desempeña como embajador de Buena Voluntad de Goodwill Venezuela, editor en jefe de la revista Business Venezuela y Gerente General de Venamcham.

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