Artistas de la tinta

¡La historia de los tatuajes resulta fascinante!

Una práctica que en muchos casos comenzó con los pueblos originarios y que ha pasado de ser una práctica exclusiva para aquellos vencedores en la guerra, a entenderse como un arte y medio de expresión que se ha extendido y popularizado a toda la población.

De acuerdo a la investigadora de mercado IBISWorld, para 2020 se estimó que esta industria (tatuaje, fabricación de máquinas, tinta y remoción de tatuajes) facturó alrededor de 1.000 millones de dólares (unos 872 millones de euros) solamente en Estados Unidos.

Adicionalmente, se estima un crecimiento anual del 8% por los próximos 10 años en ese mercado, una cifra nada despreciable.

Controversial, tabú e incluso estereotipada, esta industria ha crecido y cambiado a lo largo de su historia, evolucionando e involucrando nuevos estilos, conceptos, materiales y, especialmente, ha crecido la cantidad de mujeres que hacen vida en esta industria, destacando como grandes exponentes del arte de la piel.

«Al comenzar a incursionar en el arte del tatuaje, las mujeres retaron a lo establecido y comenzaron a romper estereotipos.».

susana reina te empoderarás con<br />
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Una de esas mujeres es Apo Whang-Od, nombre que, quizás no te suene, pero que, si lo vinculas a la portada de Vogue Filipinas seguramente te vendrá la clara imagen de su rostro a la mente. Apo es una tatuadora de 106 años que se especializa en la técnica de tatuaje tradicional Kalinga y que comenzó desde muy joven de la mano de su padre y que se ha hecho un nombre en su país y cuyo talento ha traspasado fronteras.

Pero Apo no es la única mujer en hacer (y ser) historia. La estadounidense Maud Wagner además de tener múltiples talentos, incluida una carrera como acróbata circense, es considerada la primera mujer tatuadora conocida. En 1900, Maud aprendió un oficio tradicionalmente de hombres y lo convirtió en su actividad económica principal junto con la exhibición de su colección de tatuajes dentro de su actividad en el circo.

Usualmente, los tatuajes y lo relacionado a su creación estaban destinados solo a los hombres, y aquellas mujeres que portasen tatuajes eran mal vistas, eran consideradas prostitutas y que tenían algún tipo de vicio de la mala vida. Sin embargo, al comenzar a incursionar en el arte del tatuaje, las mujeres retaron a lo establecido y comenzaron a romper estereotipos.

Tal y como menciona Amelia Klem (autora del libro The Tattooed Lady: A History) dichas mujeres “fueron mujeres valientes que encontraron la mejor manera de vivir para ellas, de sobrevivir y prosperar, y de alguna manera sus decisiones nos impactan hoy”.

La decisión de mujeres como Maud y Apo se tradujeron en libertad e independencia económica para ellas y, a su vez, se convirtieron en modelos de referencia e inspiración para muchas otras que buscaban ese sentido de libertad que ofrece el trabajo remunerado.

De igual forma, y quizás sin buscarlo de manera intencional, esta incursión derivó en empoderamiento y como menciona Cristian Petru Panaite (curador de en la Sociedad Histórica de Nueva York) los tatuajes (y por ende esa industria) también “…fueron una forma temprana en que las mujeres tomaron el control de sus cuerpos».

Como Apo y Maud, existen muchas otras mujeres que siguieron sus instintos y decidieron hacer del tatuaje su profesión, abriendo un espacio no solo para sí mismas sino también para todas aquellas que deseasen transitar ese camino.

Hacer un listado sobre mujeres tatuadoras sería algo que tomaría varias ediciones de esta revista, pero, creo que vale la pena decir que, desde Betty Broadbent y Pam Nash hasta la afamada Kat Von D y sus retratos en blanco y negro, las mujeres no solo han logrado incursionar en una industria bastante compleja y dominada por hombres, sino que, además han conseguido marcar pauta y ser referentes como artistas, dejando huella y siendo inspiración para las generaciones futuras.

Licenciada en Estudios Internacionales de la Universidad Central de Venezuela, interesada en temas de sostenibilidad, triple impacto desde el punto de vista ambiental, así como en temas de perspectiva de género.

Articulista también de la revista Business Venezuela y Feminismo Inc.

Actualmente se desempeña como Coordinadora Sectorial Senior de la Cámara Venezolano Americana de Comercio e Industria (Venamcham).

Daniela tiene una Columna en Visionarias: Visión Sostenible.

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