La pandemia eliminó millones de puestos de trabajos para las mujeres en América Latina

RE_Empleo Femenino y Covid

Escrito por Luis Vicente García

De acuerdo con un informe publicado por la Organización Mundial del Trabajo (OIT), en marzo de este año, se ha registrado “una caída sin precedentes en la tasa de participación laboral y el aumento del desempleo entre las mujeres” en América Latina y El Caribe. El verdadero problema que esto conlleva es que se han exacerbado las brechas de género en los mercados laborales de la región, sacando a millones de mujeres de la fuerza laboral, mientras como continente vamos en retroceso en este tema tan importante.

“Hemos retrocedido 10 años en 10 meses y ahora necesitamos recuperar esos puestos de trabajo y pisar el acelerador de la igualdad de género”, dijo Vinicius Pinheiro, Director Regional de la OIT para América Latina y el Caribe.

Antes de la pandemia, la igualdad de género era un tema todavía pendiente que desafiaba a los responsables de las políticas públicas en temas laborales para lograr entender y enfrentar sus raíces estructurales, a pesar de que se habían logrado avances significativos durante décadas. Con la crisis actual «han aparecido nuevas dimensiones que amplían las brechas». Todo esto hace urgente la aplicación de nuevas políticas para una mayor igualdad de género en el trabajo, como componente clave de las estrategias de recuperación del COVID-19, pero como sabemos este inmenso trabajo incluye no solo al sector público sino al tan golpeado sector privado de la región.

Pero esto no es un tema que afecta particularmente a América Latina, sino que es un efecto global. El portal Político.com en un análisis publicado el 7 de julio de 2021, señala que, si bien la pandemia expulsó a las mujeres de la fuerza laboral, su ausencia podría dañar la economía estadounidense en general, por lo que los responsables políticos están sopesando formas de ayudarlas a regresar al trabajo [1].

La recuperación de la crisis en el trabajo debe eliminar la amplificación de las desigualdades causadas por COVID-19, si queremos lograr un crecimiento económico sostenible con empleos productivos y de calidad; pero ello no lo hemos visto todavía. Varios informes señalan que la tardea por delante es dura y va a ser larga. Hay muchas implicaciones de género de COVID-19 que serán clave para informar el diseño de respuestas políticas efectivas.

Ya para noviembre 2020, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) había advertido que la participación de las mujeres en la fuerza laboral en América Latina y el Caribe es baja y la brecha de género de la región es una de las más amplias del mundo. Aunque se han logrado avances importantes en los últimos 50 años (con una tasa de participación de las mujeres que pasó de alrededor del 20% en la década de 1960 a más del 60% hacia principios de la década de 2010), el ritmo de crecimiento se desaceleró a principios de la década de 2000.

Una vez que ingresan al mercado laboral, las mujeres tienden a estar empleadas en trabajos peor pagados y de menor calidad en comparación con los hombres.

Además de esta situación desfavorable para las mujeres, se encuentran en desventaja en cuanto a las habilidades del siglo XXI (aquellas que son muy valoradas hoy y que se espera que sigan teniendo una demanda creciente) y enfrentan los ya conocidos “techos de cristal” y que limitan el acceso de las mujeres a posiciones jerárquicas de mayor envergadura y responsabilidad (y de mejores ingresos por supuesto), dificultando así su desarrollo y progresión profesional en las organizaciones.

Sin embargo, este no es un tema nuevo, sino que se ha agravado en los casi dos años que llevamos de pandemia.

Simonetta Zarrilli y Henri Luomaranta, de la UNCTAD (la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo) realizaron un análisis en el cual nos señalan que si bien la pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto negativo en el empleo tanto de mujeres como de hombres, hay unas importantes diferencias marcadas en distintas etapas de esta crisis debido a la segregación de género en las actividades económicas en muchos países .

El análisis de la UNCTAD muestra que las primeras medidas para frenar la propagación del virus afectaron primero a los empleos ocupados predominantemente por mujeres, como los servicios personales.

Al comienzo de la pandemia, una mayor prevalencia del virus se correlacionó con una mayor tasa de desempleo femenino; pero a medida que la crisis empeoraba y perturbaba las cadenas de valor a nivel global, el impacto en el empleo de los hombres aumentó porque tienden a trabajar en sectores y empleos que dependen más del comercio internacional.

Sin embargo, aún más preocupante que la forma en que la pandemia ha afectado las tasas de desempleo es su impacto en la participación de las mujeres en el mercado laboral. Los datos disponibles revelan que incluso en países donde la tasa de desempleo de los hombres superó a la de las mujeres, más mujeres abandonaron el mercado laboral por completo en 2020. La caída significativa en el número de mujeres que buscan activamente un trabajo amenaza con revertir décadas de progreso en el empoderamiento de la mujer (ver Figura 1).

Fuente: La imagen del gráfico forma parte de la publicación de la  UNCTAD: Gender and unemployment: Lessons from the COVID-19 pandemic. Enlace aquí.

Una recuperación mucho más lenta para las mujeres

La recesión mundial por efectos del COVID-19 ha sido muy diferente a cualquiera de las recesiones anteriores de los últimos 70 años. Amplios sectores de la industria de servicios se vieron directamente afectados por la contracción económica provocada por el distanciamiento social y los protocolos de encierro, mientras que muchos otros sectores se vieron afectados indirectamente por la disminución de la demanda y las interrupciones en la oferta.

Recientemente, Reuters publicó unas alarmantes estadísticas donde indicaban que en vista que las mujeres se han visto más afectadas que los hombres por la pérdida de empleos en todo el mundo, es probable que su recuperación sea más lenta y que solo el empleo de los hombres se recupere a los niveles de 2019, entre finales de 2021 e inicios de 2022. Mucho de ello se debe a las siguientes razones:

  • Las mujeres han estado en mayor riesgo de despidos o reducción de horas de trabajo durante períodos de restricciones económicas y sociales antiinfecciosas.
  • Los sectores más impactados han sido los de alojamiento, los servicios alimentarios y la manufactura, en especial en aquellos donde había mayor fuerza laboral femenina.
  • Restaurantes y escuelas cerradas, aeropuertos vacíos y empresas de servicio operando al mínimo de su capacidad personificaron la economía mundial en 2020 y en gran parte de este 2021.
  • Gran parte de la fuerza laboral femenina solo tenia un trabajo a medio tiempo.

Adicionalmente, muchas mujeres no solo han experimentado una gran pérdida de ingresos producto del desempleo, madres solteras o sin escolaridad principalmente, sino que también son mayormente responsables de soportar la peor parte del trabajo de cuidados no remunerado a los familiares o vecinos que han sido afectados por la enfermedad.

Según un estudio publicado por el Banco Mundial en mayo de este año, titulado The LAC COVID-19 High Frequency Monitoring Project , durante estos últimos 30 años se había observado un importante progreso en el avance de la igualdad de género en América Latina y el Caribe (ALC), pero aún persisten las brechas de género.

Por ejemplo, a pesar de los avances logrados en la construcción de la fuerza laboral femenina en las últimas tres décadas (del 41% en 1990 al 53% en 2019), los hombres todavía tienen muchas más probabilidades que las mujeres de participar en la fuerza laboral, tener un empleo formal, tener empleos de mayor calidad y trabajar en sectores mejor remunerados. Además, las mujeres, en particular las jóvenes, tienen más probabilidades de estar desempleadas.

Se espera que COVID-19 afecte de manera desproporcionada los resultados femeninos en las dotaciones de salud y educación, la agencia y las oportunidades económicas. Esto se debe a que es más probable que las mujeres:

i. Asuman roles de cuidadoras o de trabajo no remunerado, particularmente dados los cierres de escuelas inducidos por COVID-19 y las medidas de confinamiento, lo que las lleva a su posible salida permanente del mercado laboral;

ii. Deban realizar trabajos informales y otras formas de empleo (por ejemplo, trabajo por cuenta propia en pequeñas empresas de subsistencia o trabajo doméstico) que puedan excluirlas de las medidas formales de protección social dirigidas a los trabajadores; y,

iii. Estar sobrerepresentadas en las ocupaciones más afectadas, como el comercio minorista, los viajes, el ocio y la hostelería.

Foto de gpointstudio (Freepick)

“Sin respuestas políticas bien informadas y oportunas, la crisis de COVID-19 amenaza con ampliar aún más estas brechas de género en las oportunidades económicas”, señala el informe antes citado.

Los resultados de la encuesta mostraron que al inicio de la crisis de COVID-19, las mujeres tenían un 44% más de probabilidades que los hombres de perder sus trabajos.

A medida que la crisis evolucionó y los trabajadores temporalmente desempleados comenzaron a volver a trabajar, persistió la diferencia en la pérdida de puestos de trabajo entre mujeres y hombres. Dos razones emergen con más fuerza.

Los sectores muy intensivos en mujeres —comercio, servicios personales, educación y hostelería— explican el 56% de todas las pérdidas de empleo, y la presencia de niños en edad escolar en el hogar está relacionada con un aumento de la pérdida de puestos de trabajo entre las mujeres, pero no entre los hombres.

Los detalles y los hallazgos clave adicionales del estudio incluyen lo siguiente:

*La pérdida de empleos por la crisis del COVID-19 ha afectado de manera desproporcionada a las mujeres y esta diferencia ha persistido.

  • El 56% de las mujeres perdieron su trabajo de forma temporal o permanente, una tasa un 44% más alta que la de los hombres.
  • A medida que las personas comenzaron a regresar al trabajo, la brecha entre hombres y mujeres se mantuvo prácticamente sin cambios.

*La profundidad y amplitud de este choque laboral para las mujeres se observó en los 13 países de la muestra en América Latina

  • En Costa Rica y Honduras, al inicio del COVID-19, las mujeres tenían 25 puntos porcentuales más probabilidades que los hombres de estar desempleadas.
  • Bolivia y Perú exhibieron la brecha más estrecha (10 y 11 puntos porcentuales, respectivamente), pero también algunas de las tasas generales de desempleo más altas de la región.

*Las mujeres tienden a trabajar en sectores que dependen más de las interacciones cara a cara y, por lo tanto, son más vulnerables a las medidas de distanciamiento social.

  • El 56% de las pérdidas de empleo se concentraron en el comercio, los servicios personales, la educación y los hoteles y restaurantes y estos son cuatro de los cinco sectores más intensivos en mujeres, que empleaban al 60% de las mujeres antes de la crisis.
  • La pérdida de empleos entre las mujeres no solo amplía las brechas económicas de género, sino que puede exacerbar otros desequilibrios dentro del hogar al reducir el empoderamiento de las mujeres, disminuir su poder de negociación dentro del hogar y exacerbar la violencia de la pareja.

*Las mujeres tienen más probabilidades que los hombres de perder puestos de trabajo debido al aumento de las responsabilidades domésticas y del cuidado de los niños, dado que las normas sociales alientan a las mujeres a convertirse en las principales cuidadoras de la familia.

¿Hacia dónde vamos?

La recuperación de la crisis en el trabajo debe eliminar la amplificación de las desigualdades causadas por COVID-19, si queremos lograr un crecimiento económico sostenible con empleos productivos y de calidad; pero ello no lo hemos visto todavía. Varios informes señalan que la tardea por delante es dura y va a ser larga. Hay muchas implicaciones de género de COVID-19 que serán clave para informar el diseño de respuestas políticas efectivas.

Entre las recomendaciones de políticas específicas que ha señalado la ONU incluyen futuras respuestas y acciones que incluyen, entre otras, las siguientes:

  • Los programas de redes de seguridad pueden ayudar a los hogares a mitigar el impacto negativo de la pandemia y seguir invirtiendo en los niños y niñas.
  • Los programas de transferencia de efectivo también pueden ayudar a las mujeres autónomas a reiniciar sus negocios, considerando que la mayoría de los sectores intensivos en mujeres también son más propensos a verse afectados negativamente por las medidas de distanciamiento social.
  • A medio plazo, las políticas podrían tener como objetivo aumentar la resiliencia de los trabajadores autónomos y los trabajadores con menor nivel educativo, especialmente las mujeres.
  • Asegurar la disponibilidad de datos desglosados y representativos puede ayudar a la hora de diseñar políticas más específicas y bien orientadas.

Sabemos que hay muchos problemas en la actualidad entre las que podemos mencionar, la deserción escolar, el bajo nivel educativo, el desarrollo de la primera infancia entre niños y niñas, el acceso a los servicios de salud, el tiempo dedicado a las tareas domésticas, los posibles cambios en las normas y actitudes sociales y el mayor riesgo de violencia contra las mujeres y las niñas.

Notas

[1] Organización Mundial del Trabajo (OIT/ILO). “13 million women in Latin America and the Caribbean saw their jobs disappear due to the COVID-19 pandemic”. Marzo 2021. Enlace aquí.

[2] Cassella, Megan. “The pandemic drove women out of the workforce. Will they come back?”.  Publicado en politico.com  

[3] UNCTAD. Zarrilli, Simonetta and Luomaranta, Henri, UNCTAD Gender and unemployment: Lessons from the COVID-19 pandemic.

[4] Banco Mundial. The Gendered Impacts of COVID-19 on Labor Markets in Latin America and the Caribbean. Mayo 2021. Enlace aquí.

Luis Vicente García

Luis Vicente García es coach de rendimiento empresarial, conferencista internacional, autor de dos libros en materia de Franquicias y co-autor de 15 libros best-sellers internacionales junto con personalidades de la talla de Brian Tracy, Marshall Goldsmith, Jack Canfield y Joe Vitale, entre otros.

Es economista graduado de Georgetown University, con un MBA y especializaciones en Gerencia, Finanzas, Liderazgo Organizacional y Psicología Positiva. Es profesor en la UNIMET desde 2014, dictando clases de gerencia y liderazgo en los Diplomados de Gerencia Integral de Franquicias y Gerencia de Empresas de Servicios, y es profesor invitado en la UCAB y la Universidad Rafael Urdaneta.

Fue presidente de la Junta Directiva de Profranquicias (2017-2019). Es articulista para Visionarias, Inspirulina y El Nacional, creador de #MOTITUD y hoy se desempeña como embajador de Buena Voluntad de Goodwill Venezuela, editor en jefe de la revista Business Venezuela y Gerente General de Venamcham.

Últimos Artículos

Radiografía Inclusión Financiera 2023

Del Estudio de Empoderamiento Económico de las Mujeres y su Inclusión Financiera (al que llamamos en este artículo "Estudio Empoderamiento e Inclusión Financiera de la Mujer"), realizado en alianza por MomsData, Raquel Jiménez Igualdad y Diversidad, Komorebi...

leer más

Para ganar dinero

¿Para qué trabajamos? ¿Para qué emprendemos? En este momento del mundo de los humanos, se ha instaurado contestar a estas preguntas con lo que podríamos llamar “repuestas emocionales, valóricas, mesiánicas, salvíficas y empáticas” "Mi emprendimiento tiene la...

leer más

Otros artículos del Reporte Especial

Reporte Especial

La diversidad es un tema clave para las inversiones

Hanoi Morillo, confía que con el tiempo tendremos más mujeres inversionistas. Algo obvio para ella, ya que basta con ver que hay muchas más mujeres hoy día que se están capacitando, preparándose, generando capital para ellas mismas, lo que, naturalmente, llevará a...

leer más