Si eres alguien cuando tienes éxito…¿qué eres cuando no lo tienes?

Por algún lugar necesitaba empezar. Y empezar por el éxito, en mi profesión, es siempre de buen augurio.
Y la historia que estoy por contarte va de eso, de éxito. Pero de un éxito distinto, extraño, enrevesado y burlón. Porque los éxitos y los fracasos no son nunca lo que parecen…
Hace unos meses, cuando el calor bochornoso y asfixiante cubría con su manto todo el hemisferio norte, cuando el frío ni se atrevía a asomar la nariz por las altas cumbres, cuando Gea, de la mano del volcán Hunga Tonga-Hunga Ha’apai, nos ayudaba a acelerar el cambio, el maldito cambio…
Hace unos meses, mi hermana descubrió que no siempre el trabajo duro recibe la recompensa esperada…
El huerto de mi hermana
Mi hermana vive en lo más profundo de los Pirineos. Allí donde la potencia de la naturaleza se respira para dejarte sin aliento. Donde el sol quema y la noche hiela. Donde los ritmos se apaciguan en invierno y en primavera se aceleran. Donde el otoño es otoño de colores y tonos, y el verano es fugaz e ilumina la noche con los fuegos de Sant Joan.
Mi hermana vive por y para su huerto. Su huerto es su pasión. No remolonea, procrastina o holgazanea cuando su huerto la espera. No hay tiempo para más, entre la siembra y la cosecha hay poco tiempo.
El tiempo: la falta de lluvia preocupa, pero también las violentas tormentas que lo ahogan todo. El sol abrasador quema la tierra, el lodo la embarra, el viento violento la arrasa, y, sin esperarlo, llega el frío que no avisa y mata.
Pero la cosecha aguanta y resiste. Testaruda, indomable, valiente. Confiando en las manos amorosas de mi hermana. Se lo debe. Le debe la vida y se resiste a rendirse. Se lo debe todo a mi hermana.
“Expect the best, but prepare for the worst”
¡Malditas frases del gurú de turno!
Son como el azúcar refinado: suben tan rápido que el tortazo posterior es de órdago!
No se equivocan nunca. Son tramposas. Juegan a dos bandos. Parece que son motivadoras, pero, si te fijas bien, solo buscan el dolor, tu dolor. Llaman al fracaso, son impostoras, te señalan y te acusan.
Las frases motivadoras con cara de gatito no me gustan y, a veces, incluso las detesto. Son superficiales, insípidas y manipuladoras. Pero las frases venden y, a veces, las compramos.
Pero volvamos a la historia…
Y mi hermana, cada día, acariciaba a su cosecha. Y sus rábanos, coles, tomates, calabazas y calabacines se dejaban acariciar por las dulces manos de mi hermana. Confiados, esperanzados esperando lo mejor, sin prepararse para lo peor.
Porque nada es lo que parece. Porque la cosecha nació, floreció y estaba orgullosa por ella y por mi hermana. Lo había conseguido con tesón, esfuerzo y trabajo. Todos los ingredientes del éxito.
Pero nada es lo que, a simple vista, parece…
El Edén
Solo faltaba recoger los frutos del esfuerzo. La recompensa esperada estaba allí, al alcance de las manos de mi hermana. Un día más y….
Las esperanzas se desvanecen. Y el desaliento y la derrota y, hay quien le llama fracaso, se presentaron antipáticos al tercer acto de esta función. El huerto no sobrevivió, se rindió sin ofrecer resistencia. Entregó las armas y se postró a los pies del vencedor.
Pero nada es lo que, a simple vista, parece…
Porque esa noche bajaron de las cimas seguras ciervos, corzos, jabalíes, liebres y marmotas para organizar un festín. ¡Los hubieras visto! Prueba esta col rizada jugosa, jugosa. Y qué bien saben los pepinos. Fíjate. con esta calabaza comemos toda la familia. ¿Alguien tiene un tupper? ¿Has probado los rábanos? Tienen el picante justo. Escarba, jabalí, que hay patatas para todos!
¡Los hubieras visto! Puro jolgorio y algarabía. A la luz de las estrellas de un cielo de verano anticiparon las verbenas. No faltó nadie a la fiesta y no necesitaron a la tecnología para hacer correr la voz, para invitar a amigos, parientes, conocidos y saludados.
Esa noche, de fiesta grande, de banquete de Platón, de Arca de Noé, el huerto de mi hermana fue su Edén!
Y su desesperanza fue la esperanza de muchos. Y su disgusto, la salvación. Y su tristeza, alegría. Y todas sus ilusiones se fueron para dar paso a las ilusiones de otros.

Nada de personal
Nadie quiso hacerle daño a mi hermana a propósito. Bajaron de la montaña movidos por el hambre y la sed. Fue pura supervivencia. Incluso me pareció escuchar a un conejito diciéndole a un erizo que estaría bien firmar una tarjeta de agradecimiento. Pero sin pulgares oponibles, la vida es algo más complicada.
Pero cuando llegó mi hermana, No encontró la tarjeta, ni el huerto, ni hojas ni flores ni frutos. Y lloró, Lloró mucho y fuerte. Y, después, comprendió.
El éxito es solo un espejismo. El fracaso, solo una interpretación.
Y la vida gira y la vida vive. Y su huerto existirá mientras ella crea en él. Y será paciente y comprensivo porque se lo debe, solo que, a veces, lo importante acucia. Las lágrimas serán el germen de nuevos tiempos de siembra.
No dejes que tus metas te impidan ver el bosque. Y el bosque, los árboles. Y los árboles a las flores. Y fíjate bien, entre las perfumadas flores hay una brizna de hierba que no entienden de humildad porque, a pesar de ser diminuta, nace del puro éxito -aunque al pasar el buey, se la comió.
Porque…
“Si eres alguien cuando tienes éxito…
¿Qué eres cuando no lo tienes?»
Carol Dweck
Mindset. La actitud del éxito
Máster coaching y liderazgo UB, Certificada Sales Coach CIE, Postgrado Neuromanagement KU. Humanista y ADE.
Como buena barcelonesa llevo el comercio en mis venas. He trabajado en el sector desde que tengo conciencia. En grandes empresas, en mis propios negocios, aquí y en el extranjero. Como humanista traigo, la perspectiva, la curiosidad y la pasión por la voluntad humana de crear. Como empresaria, la constancia, la lucidez de las cifras y, a veces, la desesperación. Como neurocoach, la voluntad de acompañarte y creer firmemente que puedes alcanzar tus anhelos más profundos. Mi correo: coreografies@gmail.com
Puedes leerme en este enlace: mfda
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