Sí, tengo más de 45. ¿Y qué?

Escrito por Roser Mendez

Estaba en shock. Enfadada… Preocupada. Perdida. Su cabeza saltaba de un tema a otro. No paraba. Ella se había leído los informes de la UN o la última Encuesta de Población Activa (la EPA) sobre el “Edadismo” y no eran motivadores

Fuente: Marcus Aurelius (Pexels)
No se lo podía creer. Estaba en estado de shock. ¿qué acababa de pasar?
A ver, un momento. Eso era, necesitaba un momento para asegurar que había entendido bien lo que había pasado en esa reunión. ¿O debía llamarlo encerrona? Daba igual. De momento, quería entender lo que había pasado y digerirlo.
Un café. Necesitaba un café y parar a pensar. Porque se negaba a aceptar que le acababan de decir que ya no tenía futuro en la empresa porque tenía 48años. Se lo había dicho el CEO y el Director de RRHH. Hombres. De 60 años…No Comments cómo se suele decir…
Si al menos se lo hubieran dicho la de Innovación y el de Marketing que tenían unos 30, pensó mientras un suspiro se le escapa. Recapitulemos. Datos, necesitaba los datos, los hechos. Esto era una cuestión de negocios, no personal, así que tenía que analizarla como tal.
Veamos, era consciente de que ella no era la VP de Ventas de la compañía. Pero sí era un referente en su área. Era la persona a la que la gente acudía si había que solucionar un problema, estaban atascados, necesitaban refrescar una estrategia o planificar un proyecto. Su lista de contactos era larga y extensa. Se preocupaba de que así fuera. Estaba al día en la innovación que su área necesitaba y de que la gente a su alrededor estuviera bien. Contenta.
Y le acababan de decir “que era momento de apostar por nuevos mercados, tecnologías y personas con energía vital; que alguien más inmerso en el mundo Start-up para liderar los nuevos cambios que se avecinaban, sería la persona adecuada en su puesto”.
Vamos, que de forma sutil le habían dicho que ni estaba al día, ni iba a estar 20h diarias al pie del cañón cómo ellos querían, ni la edad era adecuada. Que le tocaba irse, vaya, y dejar paso a las nuevas generaciones. Ella. Ellos con 60 no se iban a mover ni un centímetro ni iban a dar paso a nadie… ehem…

“Con la edad, de ellos se dice que maduran; de nosotras, que envejecemos”.
Susan Sontag
De acuerdo, el sarcasmo no ayudaba, pero le hacía sentir mejor. Porque, no nos engañemos, no es agradable que te digan que no sirves sólo porque tienes 48años. Se digiere mal la verdad. No, si ya lo decía Susan Sontag “con la edad, de ellos se dice que maduran, de nosotras que envejecemos”.
¿Ya está? Su vida profesional se acababa aquí? Pensó. Porque había llegado a los 48 y ya “no valía”? pero ayer, a los 47 sí?? Se negaba a aceptar eso. Se revelaba contra ese sesgo, contra esa excusa. Sí, era eso: una excusa.
Mucho mensaje de apostamos por la diversidad y la inclusión; muchos cursos de formación sobre sesgos, pero la realidad, testaruda ella, se empeñaba en mostrar que en su empresa no era así. Y tenían preparado en octubre un cursito sobre diversidad generacional. Ja.
Pero ¿no era ahora, en el 2022, cuando las habilidades que más se valoraban en las empresas eran la resiliencia, el pensamiento crítico, el compromiso, la flexibilidad o el trabajo en equipo?
¿Acaso piensan que esas habilidades surgen de la nada? ¿Cómo por arte de magia?
Quizás les sorprenda descubrir que esas habilidades se desarrollan poco a poco a lo largo de la carrera profesional de una persona. Que se aprenden y mejoran con el transcurso del tiempo y la experiencia. Que se aprenden… si uno quiere claro.
Que contrasentido desperdiciar tanto talento y tanto conocimiento. Tanta experiencia que podría ayudar tanto a la empresa como a otros profesionales. Gente que se podrían beneficiar y, aprender, de esas habilidades. De esa capacidad de reflexión, de realismo, de esa visión más profunda, de esa ilusión también.
Estaba en shock. Enfadada… Preocupada. Perdida. Su cabeza saltaba de un tema a otro. No paraba. Ella se había leído los informes de la UN o la última Encuesta de Población Activa (la EPA) sobre el “Edadismo” y no eran motivadores. Tenía otras amigas que no encontraban trabajo por su edad. No importaba que tuvieran dos titulaciones, 3 masters, hablaran varios idiomas y tuvieran una hoja de experiencia que haría que cualquier empresa tirara cohetes por tenerlas a bordo…. si le dedicaran 30 segundos a leer sus CV y no a eliminarlas al ver la fecha de nacimiento…
¿Y ahora qué? Se preguntó. Porque ella no iba a depender de su pareja económicamente. Podría apoyarse momentáneamente en ella, pero ya está. Ella era y, quería seguir siendo, financieramente independiente.
¿Y cómo lo iba a hacer? ¿Cuál era el siguiente paso? Porque algo había que hacer, eso lo tenía claro. Tenía que pensar. Digerir lo que había pasado. Superar el shock inicial, pasar el duelo. Sí, duelo. Aceptémoslo era una pérdida. Y no sólo de puesto de trabajo.
Una idea se hace camino: ¿y si me hago emprendedora? Se dijo.
No es que ella hubiera escogido esa vía inicialmente. De hecho no se lo había planteado nunca. Aunque visto lo visto, quizás era una de las pocas posibilidades que le quedaban. No tenía ni la menor idea de lo que tenía que hacer para ser emprendedora.
Ok. Había que “reinventarse”, esa palabra que tan poco le gustaba. ¿por qué no lo llamaban “adaptación” o “escoger tu propio camino”? El primero la definía a ella; el segundo para las que siempre habían querido ser emprendedoras. No era su caso. Ella se adaptaba.
Si había que empezar de cero de nuevo, pues se empezaba. No sería la primera vez. Cierto, no es cómo ella se veía al llegar a los 50 empezando de cero de nuevo, pero la vida era como era y ahora tocaba re-empezar. Un paso detrás del otro se dijo. Un paso detrás del otro.
¿Por dónde empezaba? ¿Cómo se forma una para ser emprendedora? ¿Habría también una preparación para los mayores de 45? ¿Tendrían menos posibilidades? ¿menos formación? ¿menos apoyo? ¿los tratarían como niños pensando que no saben nada?
No podía evitar hacerse esas preguntas, tener dudas, miedos. Suspiró. Miró a su alrededor en la cafetería. Gente que entraba y salía. Jóvenes en grupo. Jóvenes solos. Mujeres de su edad con su ordenador y un café. ¿les habría pasado a ellas lo mismo? ¿eran emprendedoras forzadas por el edadismo? ¿Freelancers? O gente que sólo buscaba salir adelante con sus vidas…
Ahora todo se trataba de buscar tu propósito. Y si no sabías cual era… ¿qué hacías? Ella lo tenía claro hasta esta mañana. Ahora… ahora, ya no sabía nada… Suspiró de nuevo. Tomó un sorbo de su café, ya frío. Observó a su alrededor. Mujeres. Había muchas mujeres. De todas las edades
Eureka! Se dijo: las asociaciones de mujeres. Ese será mi punto de partida. Ver lo que otras mujeres habían hecho, cómo lo habían hecho. Escuchar, compartir, aprender, Crecer. Si había que empezar de cero de nuevo, pues se empezaba. Si tenía que tener un trabajillo mientras iniciaba su emprendeduría lo haría; si tenía que luchar, sacaría brillo a la armadura. Un paso detrás del otro se dijo. Mientras salía de la cafetería en busca de su nueva vida. Una vida dónde ella pudiera aportar y ayudar a otras personas con su experiencia, su reflexión, su realismo y su optimismo, su creatividad, sus habilidades… su Frescura.
Sonrió por primera vez ese día…
Porque ella, lo valía.

Roser Méndez
Fundadora y directora de Komorebi Solutions Boutique Consulting Firm especializada en PR y Comunicación Estratégica. Con un bias en temas de diversidad, equidad, y sesgos conscientes e inconscientes. DI&E Advocate. Colíder de Lean In Crownz International.
Colabora con varias organizaciones y es conferenciante en temas de equidad, perspectiva de género e igualdad en empresas y mentoriza a mujeres para que puedan llegar más lejos en sus carreras.
Roser es licenciada en Comunicación con la mención de PR y Comunicación Corporativa. Posee un Master en Marketing Digital.
Es una apasionada de la comunicación y de cómo ésta puede ayudar a crear puentes para unir culturas y personas. Ha vivido y trabajado en varios países y continentes; entre ellos Japón dónde además de tener un Máster Degree sobre Japón y China contemporáneos vivió y estudió en una bodega de sake para profundizar en su conocimiento de la cultura y del Saké.
Actualmente reside en el sur de Francia y ayuda con su firma Komorebi Solutions a dar visibilidad al talento femenino a través de mentorías, formación y consultoría.
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